La Virgen del Carmen de La Legua

 La Virgen del Carmen de la Legua

Nuestro vuelo de Medellín de las 21h47 en este 6 de noviembre, nos deja en el aeropuerto Jorge Chávez en la capital de Lima a la 1h55 del dia siguiente. Una profunda bruma nos recibe de

entre unos 17 grados de temperatura. A la salida encontramos un grupo de bien presentados recepcionistas, unos ofreciendo el servicio de un taxi u otros con carteles en la mano con el nombre de pasajeros que esperan. Nuestro conductor Luis, estaba allí y de inmediato dejamos este imponente aeropuerto, que tiene una de las mayores conexiones entre Suramérica y el continente americano. No menos de cinco minutos de ruta, alcanzan mis ojos a apreciar una gran estatua a lo cual pregunto de inmediato al conductor, sobre la identidad de dicha escultura y explica, que durante el terremoto en el año en el año 1940, que asola el barrio El Callao, un tsunami tan fuerte trae del mar olas de hasta tres metros de altura  hasta el lugar donde se encuentra esta talla. Aquel maremoto hubo de recorrer una legua y es por ese motivo que se le ha asignado dicho nombre a esta Virgen. La primera bella imagen esta escultura fué traída de España a principios de 1600. Cuenta la leyenda que el burro que la transportaba se negó a continuar su ruta en el sitio donde hoy se encuentra y donde se erigió la actual capilla de La Legua, considerada por los habitantes de la época, como una decisión divina de la virgen. 

Dejando atrás la efigie de la Virgen Carmen que se convierte en la patrona de los marinos según la narración que acá hacen:“fué elegido el sitio para construir la capilla por un poblador que se encontraba agradecido con la Virgen ya que, según habia experimentado éste, ella lo había salvado milagrosamente de un naufragio”. 

El vehículo se desplaza por la solitaria Lima, luego toma una gran avenida paralela al océano Pacífico, para observar el famoso restaurante La Rosa Náutica, a unos doscientos metros mar adentro de la playa y que constituye uno de lo mas exquisitos de la ciudad en cuanto se refiere a platos de mar. Todo un conjunto de construcciones incluida la avenida misma, sobre un gran terraplén que ha sido robado al mar; centros deportivos al aire libre, zonas de surfing, vías ciclables y extensas playas para bañistas hacen de este sector la placidez de sus habitantes.

Sobre la izquierda y en lo alto de un largo e inmenso barranco, se extiende el exquisito barrio Miraflores.  Al extremo derecho y en la punta extrema de la bahía  se divisa una gran cruz que destella un color blanco neón construida con los materiales que han dejado las torres tumbadas por el grupo guerrillero

Sendero Luminoso. Dicha torre se construye con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II en el año 1985, con la intención de que desde el lejano aeropuerto el Pontífice pudiese apreciar en el momento de su descenso del avión el símbolo de de un Cristo que traería la Paz al

país. Al final de aquella avenida toma el ascenso por la hermosa avenida empedrada Balta, para desembocar en el agradable barrio Miraflores que me regalaría unos dias después un atardecer sin precedentes.

A pesar de la oscuridad, las flores de geranios pensamientos, margaritas, buganviles, novios,

violetas, bocas de dragón.. en colores múltiples, esparcidas sobre los parques y avenidas parecen artificiales, dándole luz a las taciturnas noches. Un fenómeno debido quizás al clima. No lo sé. O tal y es que la ciudad está construida sobre un desierto de manera similar como la ciudad del Cairo, con la ventaja que cuando el mar se hubo retirado de la tierra hace millones de años, ha dejado una gran riqueza de humus con una profundidad de hasta 80 metros, convirtiéndola en uno de los lugares mas fértiles del mundo, prueba de ello es la calidad de sus frutas y legumbres dando como resultado una cocina que se considera de las mejores del mundo. En Lima nunca llueve ya que los vientos alisios que soplan de este a oeste chocan contra la alta cordillera Andina de modo que están obligados a elevarse para

sobrepasarla. Todo el tiempo es gris con una sensación continua de frío, para ello le tienen una expresión muy particular y usual: “cielo color panza de burro”, imagino la belleza de mares que se forman vista por encima de esa cota, es decir mirado por encima de las nubes, en verdad son estos mares de los cuales ha surgido dicha expresión.


Una niebla constante cubre la ciudad, creando siempre un crepúsculo que se torna gris durante la claridad sin sol, con esa bruma tenue

que cubre el pasado y el futuro leve, sin embargo, el cerro de San Cristóbal al otro lado del río, con esas casas como pegadas en la ladera, pintadas en colores vivos, se puede fácilmente divisar desde la fantástica plaza De Armas que con sus contrastes arquitecturales,

la alcaldía Mayor, El Palacio Presidencial, la catedral, forman una plaza incaica, de una versatilidad y convivialidad que invita permanecer en ella eternamente en completa levedad, dada la paz que ella otorga.


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