Aquilea 15.09.22

 Aquileia

Septiembre 15 2022

Después de haber disfrutado de la belleza de Cividale del Friuli, tomamos rumbo hacia Aquileia. 

Unos 45 minutos nos toma la ruta para apreciar la ciudad que fue fundada como una colonia romana y que conserva uno de los mosaicos mas bellos dentro de su antigua basílica. 

Al llegar cerca de la basílica, de lejos se aprecia una hermosa iglesia salpicada en su alrededor de hermosos pinos para darle un protagonismo particular a esa arquitectura gótico-roman.

Cerca nos estacionamos, dada la fortuna que no habían muchos turistas, para acercarnos a la gran plazoleta desde donde se podía apreciar la magnitud de su construcción. 

Descubriendo su interior, solemne y majestuoso, empezamos a caminar sobres unos gruesos vidrios, que dejaban ver a un metro mas abajo, los mosaicos policromados. Mi sentimiento inicial era el temor de caer sobre el piso formado por dichos mosaicos, pero es que era mas el asombro al ver este pavimento de mosaicos tan finamente elaborado y del que podíamos disfrutar sobre este corredor de vidrio que corre a lo largo de toda la parte central. Una hermosa pila bautismal se destaca.

Gracias al panfleto recibido a la entrada pude informarme de que ella está dedicada a la Virgen y a los Santos Hermagora y Fortunato. Con el edito de Milán en el 313, se pone fín a las persecusiones religiosas y es cuando la comunidad cristiana logra obtener este culto religioso.

Los motivos de la nave central que puedo apreciar a primera vista, desde las naves laterales osea desde las pasararelas en vidrio, son un grupo simbólico religioso de diferentes animales y caras seguramente de Cristo o algunos santos. 

Pero mirado con detalle se observan: el combate del gallo con la tortuga, el buen pastor con su tropa de ovejas, pastores de la victoria cristiana, la inscripción del obispo Teodoro X y P entrelazadas, la escena de la pesca. 

El techo en madera, de casco de barco y todo su conjunto hacen un bello resumen de siglos de historia del arte. Esto es más que espléndido que justifica mi venida a visitarla.

Esta basílica dedicada a la Virgen María y unos santos que no conozco; San Hermágora y Fortunato. También tiene en sus criptas que se encuentran en un subterraneo debajo del altar, unos frescos supremamente bien conservados.

Según la tradición legendaria, San Pedro invita a San Marcos a evangelizar Aquilea, la capital de la décima región de Augusto, esa de Venecia y Hustria. San Marcos convierte numerosas personas, entre ellas Hermágoras. Éste va a Roma donde San Pedro quién lo consagra como Obispo. Hermágoras regresa y evangeliza, pero denunciado a las autoridades romanas, lo envían a prisión con su diácono Fortunato. Adentro convierte al guardián, la familia de Gregorio y la matrona de Alejandría que el había aliviado de la ceguera. Despues de realizar otros milagros, fué decapitado con Fortunato.

La cripta que se encuentra a la derecha contiene unos frescos coloridos que representan la vida de Cristo, en los de la cripta del lado izquierdo hay otros más.

Al salir de la basílica, nos dirijimos a la parte trasera, allí se encuentra el Cementerio de los Héroes donde las tumbas están caracterizadas por unas particulares cruces de hierro y bronce que me llaman la atención por su diseño. Son los primeros soldados caídos en la Meseta de Karst durante la Primera Guerra Mundial. 

Desde este lugar partió el féretro del Soldado desconocido para ser enterrado en el Altar del Padre en Roma. Esta idea de honrar el sacrificio común a través de un caido desconocido fue plasmada en Francia como en Inglaterra. En Francia lo podemos apreciar enterrado bajo el Arco del Triunfo y en Inglaterra en la Abadía de Westminster en una losa de mármol traída de los campos de batalla. 

Salimos de allí para apreciar el Foro Romano del que solo quedan ruinas.

Además de lo que fuera el Puerto Fluvial Romano de la época, del que solo queda una gran zanja por donde pasaba un río que tenía 48 metros de ancho y era navegable por lo que podían recibir productos que venían a través del Mar Mediterráneo. Tenía una situación estratégica que le favoreció. Julio César reforzó la vía romana hacia Norico. Luego el Emperador Diocleciano transforma Aquilea en una de las mayores ciudades del Imperio Romano, que la dota de una flota y una ceca.

Se destaca esta ciudad también porque desde aquí el obispo Teodoro comenzó la evangelización de Istria, los Balcanes y Hungría. Fué uno de los mayores obispados de la cristiandad. 

Entendible la importancia de dicho puerto dado que Aquileia fue un gran manufacturero de la piedra ambra.