Pácora

Pácora

enero 21 de 2024


De mis andanzas durante la época universitaria, guardo un grato recuerdo de este pueblo, al que tuve el privilegio de visitar, gracias a la invitación de mi compañera originaria de aquí: Teresa Arango Gutiérrez. 


En aquel viaje, recuerdo la visita que se hizo a la vereda Las Coles, quizá no recuerdo haber visto muchas de esas legumbres, porque el frío era intenso. Fuimos porque ella quería mostrarle a su novio, lo que fuese el lugar donde la mayor parte de su familia había nacido. 


Habiendo llegado un sábado y regresando un domingo, solo recuerdo haber estado en una discoteca hasta muy altas horas de la noche, donde a la salida pude percibir del frío intenso que caracteriza este pueblo. Ni historia, ni atractivos mayores me otorgaron aquel fugaz viaje. Un municipio sin más ni más, como la mayoria de los nuestros en esas épocas de finales de los años 70s. 


Hoy no podría decir lo mismo, la casa donde estoy alojado, de la cual comparto algunas fotos, me han trasladado a una casa antioqueña, además de su ubicación en la plaza principal, pertenece a un primo de Teresa: Ancizar Jiménez Gutiérrez, el cual el universo me lo ha colocado en el camino. Un hombre que lo ha dado todo por su pueblo de origen, creando La Fundación Beato Esteban Maya y la que continúa sosteniendo la ayuda a la educación de estudiantes pobres; da a conocer la vida del Beato Esteban Maya Gutiérrez; fomenta el turismo del municipio; entre algunos de sus objetivos. Este monje, constituye un referente del municipio.


Dicho frayle, a sus 25 años siente el llamado vocacional hacia la Orden Hospitalaria de la comunidad San Juan de Dios. Corría entonces el año 1932 e ingresa en el Hospital Psiquiátrico de Nuestra Señora de Las Mercedes en Bogotá. Durante el mismo año toma el hábito de Frayle, cambiando su nombre de Gabriel por Fray Esteban donde a los tres años es enviado a España por la comunidad al sanatorio psiquiátrico de Ciempozuelos.


La coincidencia continúa, dado que he tenido la ocasión de visitar dicho centro psiquiátrico varias veces y del cual guardo una gran admiración por tan grandiosa obra que permanece hace mas de un siglo, en un trabajo de ayuda a personas con discapacidad psíquica. En una de mis visitas al lugar me tomé cinco horas para recorrer las instalaciones que me dejaron perplejo de los trabajos que se elaboran para la ayuda de sus pacientes. Unos 33 kilómetros separan Madrid de este centro.


Eran 7 los monjes colombianos que formaban parte de centro en Ceimpozuelos, pero ante la situación de inseguridad que se estaba presentando en España y mas concretamente en ese municipio de Ciempozuelos, los superiores consideraron repatriarlos a Colombia. En el tramo de Madrid a Barcelona, en plena época del régimen de Franco, fueron interceptados por las tropas franquistas y a los dos días, todos fusilados. Luego sepultados en fosas comunes, Fray Esteban fue beatificado en 1.992 con un grupo de 71 hermanos de San Juan de Dios.


Dentro de esta fe católica que emanan sus gentes, se encuentra también la imagen de la Virgen del Misterio, la que es venerada por parroquianos que guardan testimonios de sus obras. Su tronco de madera en la que estaba elaborada, fue encontrada después de un gran incendio, partida en dos partes. La parte interior quemada y la superior intacta.



Sus casas guardan sus pisos en madera de una limpieza impecable que incomoda al pisarlo, hasta con guayacanes en sus patios y obras artisticas de pintores reconocidos que engalanan espacios de los abuelos que transitaron por ellas, dejando huellas indelebles. 



De gran agrado los espacios verdes antes de llegar al pueblo, ellos se aprovechan con cultivos que pasan por el verde del café, pasando al verde del lulo, hasta llegar al verde de inmensos platanales, mostrando un aprovechamiento y riqueza agrícola, propio de nuestras laderas antiqueñas. 


Durante el tour que nos hace nuestro anfitrión por el sector urbano, me invade un cierto sentido de pertenencia y cercanía debido a la arquitectura antioqueña que guarda el municipio. La visita a la casa de la cultura y el tour por el pueblo, me magnetisan como si fuese originario de acá, mencionando lugares como el Cristo Rey, La Piedra de Pozo de Pipinta, donde muriese Jorge Robledo, el sector de La Bomba y sus instalaciones deportivas que en mi primera visita no habían sido resaltadas. 


Si nuestro compañero de viaje; German, regresaba al pasado en el que durante su estadia por unos años en este municipio vivió, haciendo alarde de sus numerosos primeros de bachillerato que aquí pasó, cuatro. Récord conservado en los guitnes. Yo me daba a la tarea de regresar al pasado de mis años colegiales en mi pueblo natal. 


El desayuno con arepas asadas y bañadas en nata, así como los mecatos de harina, los bizcochuelos, alfajores, rosquillas, maría luisas, lenguas, panochas, el pan original, manzanitas de coco, dulces de piña y mora, todos ellos artesanales, me trasladaron a la niñez, acompañados de un kumis de vino tan suave que parecía algodón. Sabores de antaño que fueron degustados por mis papilas y mis llagas en la lengua que me acompañaban en ese momento. 


No puedo dejar de mencionar la visita a lo que fuese la finca paterna de nuestro anfitrión, el Restaurante Pescadero el Topacio. El entorno durante la degustacion de inmensos pescados atrapados ante nuestros ojos,  con un paisaje rural de 360º, sedujo nuestros paladares de tal manera que no obviamos la deliciosa sopa de este sagrado animal. 


Preparado para un frío clima, la temperatura estival nos acompaña, sintiendo  de  ella las caricias de un suave viento asi como de unos rayos solares. 


Su gentilicio de pacoreño o pacoreña se ha cambiado por el de "matraca". Y es que ellos conservan la tradición durante los días santos de la semana santa, a través del sonido de dicho instrumento, llamar al pueblo a los oficios religiosos. En el parque principal se puede observar una matraca en metal bajo un paraguas. Este último como símbolo de la cantidad de agua que baña el municipio. 


La visita de paso, al hermoso municipio de Aguadas era obligatoria por la compra de los famosos piononos el cual me sedujo considerablemente, por su arquitectura, su templo, su parque y ante todo por encontrarme en el pueblo que fué desde mi pueblo natal, una referencia en cada salida a las veredas que nos permitian verlo desde lejos. 


No menos hermoso fue la visita a La Villa de Santiago de Arma, donde se erige una de las iglesias mas antiguas de nuestro país mostrando a través de sus Monseñores de la iglesia, los siglos que la han conservado desde 1542, pasando desde la diócesis de Popayán, para pasar a la de Santa Fe de Antioquia, luego a la de Medellín y en la actualidad la de Manizales. Lugar donde en la época de la Conquista habitaron los indígenas Armas y Paucuras y que segun la leyenda dejaron el tesoro de Pipinta, aún no encontrado. 


La magia no termina al dejar Pácora, al tomar la ruta desde el municipio de la Pintada que pasa por el municipio de Fredonia, constituye otro elemento de gran atracción, pues parecía que hubiese sido construida para que pasaramos en  exclusividad por ella. Sin camiones y un escaso tráfico, nos permitió el disfrute de paisajes de ilusión y florecimiento.


Esta vez,  este bello municipio y sus gentes me sedujeron.


Fray Domingo Otalvaro.

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